jueves, 22 de diciembre de 2016

Música de Navidad

Aunque la categoría "música navideña" puede parecer una etiqueta comercial, no es así. Hoy la relacionamos, más que nada, con la easy listening que por esta época suena en ascensores, calles y comercios (desde el mercadillo hasta las grandes moles de compra y restauración ubicadas en la periferia urbana); con la banda sonora de película y anuncios publicitarios; o con cantantes vestidos de smokin (ellos) y de traje largo (ellas). Pero olvidamos que, muchísimo antes, coexistieron una música sacra ligada a la liturgia cristiana y una vertiente más profana y popular (como nuestros villancicos). Ninguna de las dos formas ha desaparecido, si bien es indiscutible la preponderancia actual de la "Christmas Music" ligera.

En esta entrada mostraré algunas de mis preferencias en la materia, como ya hiciera con el cine navideño. Una vez más, una selección estrictamente personal, sin ínfulas de magisterio.

Naturalmente, música navideña la hay desde que se celebra el nacimiento de Jesús. Tranquilos, no pienso ir tan lejos. Sólo hasta el Barroco italiano. Arcangelo Corelli es el autor del Concerto grosso en sol menor, opus 6, número 8 "Fatto per la notte di Natale". La fecha es incierta, pero debió de componerlo hacia 1690, si bien se publicó póstumamente (1714). Está escrito, al gusto de la época, para un mediano grupo instrumental (violines, violonchelo, viola y clavicémbalo u órgano). No más de 15 minutos estructurados en seis movimientos, el último de los cuales (Pastorale) quizá sea el más reconocible para el público.



Sin embargo, la pieza sacra más famosa no es católica, sino luterana. Me refiero al oratorio que Johann Sebastian Bach escribió para la Navidad de 1734 y que los entendidos conocen como Weihnachtsoratorium BWV 248. El maestro alemán lo dividió en seis partes que serían representadas en los días señalados del periodo: nacimiento de Jesús (25 de diciembre), anunciación a los pastores (26), adoración de los mismos (27), circuncisión y bautizo de Jesús (1 de enero), viaje y adoración de los Reyes Magos (primer domingo del año y 6 de enero, respectivamente). Incluye músicos y voces (coro, tenor, alto, bajo y soprano) que, literalmente, representan los acontecimientos de las fechas señaladas.

Como tantos otros antes y después que él, Bach no componía con intención de perdurar en el tiempo, sino para un fin concreto (una celebración religiosa, una fiesta mundana) y habitualmente por encargo. De hecho, el Oratorio de Navidad no se volvió a interpretar hasta 1857, en pleno proceso de recuperación del legado bachiano. La larga duración de esta obra (mínimo dos horas) no la hace fácil de escuchar de una sola vez.

Aquí dejo, a modo de introducción, la primera sección del primer día. El video pertenece a una grabación de 1981 con Niklaus Harnnoncurt dirigiendo al Concentus Musicus Wien y el Tölzer Knabenchor. Una interpretación de las llamadas historicistas, o sea, con instrumentos de época y respetando el -supuesto- espíritu original.

  


Los oratorios de Navidad no se acabaron con Bach; por citar un ejemplo, el francés Camille Saint-Saëns compuso el suyo en 1858. Pero un cambio radical iba a producirse con la aparición de la industria discográfica en el siglo XX. De pronto, la música pasó de ser tocada, cantada y escuchada a ser, además, consumida (por las masas). Y aquí la mercadotecnia made in USA obró uno de sus mayores milagros. En julio de 1942 Decca Records lanzó un disco con seis canciones de la película Holiday Inn. Una de ellas se titulaba White Christmas y la cantaba Bing Crosby, quien ya la había interpretado por radio en la Navidad última. Fue un bombazo: ganó el Oscar a la mejor canción original, encabezó las listas de éxitos yanquis durante semanas y regresó a ellas años después de haber salido. Es el sencillo más vendido de todos los tiempos: 50 millones de copias.

Ya no se concibe una Navidad sin esta canción. Ha sido versioneada por cualquier artista anglosajón que se precie. El propio Crosby la interpretó el resto de su vida en películas (White Christmas, 1954), conciertos y televisión. Yo me quedo con la escena original de Holiday Inn (un musical aconsejable para esta época del año, por cierto).



Durante los años 70 Mike Oldfield acostumbró a publicar un single por Navidad. Piezas instrumentales en su mayoría, aunque no es el caso del que quiero hablar. On Horse Back fue lo que hoy llamaríamos una "bonus track", una canción escondida al final de Ommadawn, su tercer álbum de estudio. De hecho, en el sencillo que salió en noviembre de 1975 ocupaba la cara B, siendo la A para In dulci jubilo, un villancico navideño tradicional. On Horse Back no lo es; pero la melodía, la letra, las voces, todo invita a considerarlo un atípico "Christmas carol".



Boney M (el grupo cuasi-fantasma de Frank Farian que triunfó a finales de los 70 y principios de los 80) fue popular en España gracias a canciones como -precisamente- Feliz Navidad. Puestos a elegir, prefiero Mary's Boy Child / Oh My Lord, una versión de 1978 del viejo éxito de Harry Belafonte (1956). Fue número uno durante cuatro semanas en el Reino Unido y también escaló lo más alto de las listas de otros países europeos. En mi casa se escuchaba el vinilo todas las Navidades.




Muchos de mis gustos musicales (por no decir que la mayoría) se nutren de recuerdos. De ahí que la siguiente parada requiera una explicación. Estamos en 1984 y curso el Bachillerato. Una época en la que vivía enganchado a la radio. A finales de noviembre o principios de diciembre debí de escuchar por primera vez The Power Of Love. Fue una sorpresa para mí que un grupo como Frankie Goes To Hollywood escribiera y grabara una cosa así. Nada que ver con Relax o Two Tribes. En lugar de ritmos bailables y letras provocadoras, una declaración de amor.


The Power Of Love fue rápidamente desbancada del número uno por Do They Know It's Christmas, la apuesta solidaria de Bob Geldolf. Soy más de la balada de los Frankie, definitivamente. Cierto que en la letra no hay una sola referencia explícita a la Navidad, al contrario que el vídeo promocional. ¿Y qué decir de este otro, no oficial, que ilustra la versión extendida de la canción con escenas de la película Natividad de 2006?



1984 también fue el año de Wham!, aquel dúo británico formado por George Michael y "el otro de Wham!" (¿quién que no sea fan recuerda que se llamaba Andrew Ridgeley?). El álbum Make It Big le había dado dos números 1 (Wake Me Up Before You Go Go y Freedom) y, claro, no podía faltar el colofón navideño. En un dechado de originalidad, se tituló Last Christmas. En su momento, el correspondiente vídeo se me hacía interminable, soporífero. Será porque durante años regresó a la televisión como el turrón por Navidad (nunca mejor dicho). Será porque uno se ha vuelto sensiblero. El caso es que ahora lo miro con cariño.



Las canciones navideñas modernas no se terminaron en 1984, claro está. Lo que termina es mi memoria de otras, posteriores a ese año, que me dejaran huella. Tengo que dar un salto a la década actual para encontrar algo reseñable. Más bien, para reconciliarme con los clásicos americanos. Porque eso es lo que consiguieron Michael Bublé y su álbum Christmas en 2011. Ya antes, en 2003, este heredero de Sinatra había sacado una versión de la canción que compusiera Irving Berlin. Pero no es ésta, sino la que interpreta con Shania Twain, la que me gusta de verdad. Tiene un tono alegre y picarón que contrasta con la nostalgia de Crosby. Y si tengo que elegir... me quedo con las dos.



2 comentarios:

  1. "Love is danger, love is pleasure
    Love is pure, the only treasure"

    Esteban, muchas gracias por recordármelo. Feliz Navidad.

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