jueves, 8 de diciembre de 2016

Cine navideño

Pues sí. Mi gato Poncho ya está preparando los regalos de Navidad. Eso significa que toca escribir sobre el cine propio de estas fechas. Nada de listas interminables. Sólo algunas sugerencias apoyadas en mis gustos personales.

Antes que nada, unas palabras sobre mi percepción de la Navidad. Al no ser creyente, no la experimento como un verdadero cristiano. Sin embargo, es la tradición en la que me crié y no sólo la acepto, sino que me gusta. Tradición que en mi familia fue la del portal de Belén y los Reyes Magos, no la de Papá Noel. Esto ha cambiado y desde hace tiempo los dos mundos (el cristiano mediterráneo y el pagano nórdico) conviven aquí en armonía. Lo diré sin rodeos: a Santa Claus lo considero un intruso y un ejemplo más de esa aculturación anglosajona que miro con suspicacia (ya tenemos Halloween; ¿para cuándo el pavo del Día de Acción de Gracias?). Pero como estas cosas no tienen marcha atrás, procuro adaptarme, no sin rezongar por lo bajo.

Para muchos, Navidad es sinónimo de tristeza, de consumismo y de falsedad. Sin dejar de reconocer lo que hay de cierto en esa afirmación, la comparto a medias. Puede que no sea con la alegría e intensidad de antaño, pero yo lo paso bien. Incluso, me reservo para la ocasión películas que dudo disfrutase igual en otro momento del año. Y en esto sí que asumo el liderazgo yanqui: el mejor cine navideño es el de Hollywood. Vamos, pues, sin dilación con mis favoritas del género.

Me vas a tachar de previsible. Mi preferida es... ¡Qué bello es vivir! El clásico de los clásicos navideños. James Stewart en el papel de hombre honrado, leal, familiar, amigable, sacrificado. Ese rol que encarnó tantas veces a lo largo de su carrera y que caracteriza a los grandes personajes de Frank Capra. Un cuento con un mensaje de esperanza, de confianza en el ser humano, lo que no es poco teniendo en cuenta que Estados Unidos y el mundo acababan de salir de una espantosa guerra mundial. Será todo lo ñoña y moralista que se quiera. A mí, me encanta.


 

Hay dos películas de animación que procuro no perderme en estas fechas. Ambas fueron dirigidas por Robert Zemeckis para Disney. En 2004 rodó Polar Express, una fábula sobre la magia y la inocencia infantil, sin mayores pretensiones, que se basa en un librito de 32 páginas publicado en 1985. Buena parte de la mala crítica que recibió se debe a una animación que se antoja pobre y mecánica en comparación con logros posteriores. Yo me enganché a ella a instancia de mi mujer.


Cinco años después, director y productora tuvieron más suerte con Cuento de Navidad. Se trata de la enésima adaptación de la archiconocida historia del amargado y tacaño Ebenezer Scrooge. La novela corta de Dickens (1843) ha dado para un buen puñado de películas, pero de esta de Zemeckis destacaría, aparte de la animación, las voces de actores reconocidos (Jim Carrey, Gary Oldman, Colin Firth, Bob Hoskins). Aconsejo verla en VOSE.


Richard Curtis es el guionista de unas cuantas comedias (las dos de Mr. Bean, Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill, las dos primeras de Bridget Jones) y director de sólo tres. La primera fue Love Actually (2003), comedia romántica coral ambientada en la Navidad londinense. Reunió un plantel de estrellas británicas del momento (Hugh Grant, Liam Neeson, Colin Firth, Emma Thompson, Keira Knigthley, Rowan Atkinson) que cumple sobradamente. A destacar Bill Nighy en el papel de viejo rockero pasado de todo que resucita su carrera con Christmas Is All Around, modificación de Love Is All Around, la canción que, a su vez, habían versioneado Wet Wet Wet para Cuatro bodas y un funeral (1994).


Nora Ephron destacó en los años 90 del siglo XX por dos películas: Algo para recordar y Tienes un e-mail, ambas protagonizadas por Tom Hanks y Meg Ryan. De las dos, prefiero la segunda. Por supuesto que es la típica comedia romántica hollywoodiense, inocua y apta para todos los públicos. Yo no le presté atención hasta que mi mujer dijo que le gustaba. Desde entonces, casi siempre cae por esta época del año.


Los dos trabajos citados de Ephron son versiones de éxitos del Hollywood dorado. You've Got Mail lo es de El bazar de las sorpresas, que dirigiera en 1940 Ernst Lubitsch, autor de Ninotchka, Ser o no ser y un montón de cintas rodadas entre su tierra natal (Alemania) y la adoptiva (Estados Unidos). En The Shop Around the Corner (la librería de Meg Ryan recibirá este nombre: "La tienda de la esquina"), James Stewart y Margaret Sullavan emplean el correo postal en vez de internet, pero se aman-odian igual que Hanks y Ryan. Concocí esta película bastante tarde y yo diría que es mejor que su remake.


Por último, hay largometrajes que apetece verlos ahora aunque la trama no transcurra en Navidad. Desayuno con diamantes, la gran comedia de Blake Edwards, es uno de ellos. Pero hoy quiero recomendar El apartamento (1960). La historia del patético, trepa y enamorado C.C. Baxter mueve a risa y a lástima a partes iguales. Billy Wilder en la dirección y Jack Lemmon y Shirley MacLaine en la interpretación transmiten humor, ternura, soledad, tristeza y esperanza de un modo difícilmente igualable. Y el desenlace es en Nochevieja 😉


No hay comentarios:

Publicar un comentario